Fugazi - Instrument

No recuerdo ahora mismo quién decía que, a finales de los setenta, podías ir a un concierto de los Rolling Stones y aprender algo sobre como cantar, tocar en una banda, bailar y vestir, definición que se puede aplicar a la perfección a Fugazi. Instrument, documental en el que se recogen fragmentos de actuaciones en directo grabadas por Jem Cohen en distintos formatos (super 8, 16 mm y vídeo) a lo largo de diez años, sirve para entender el entusiasmo de muchos sobre esta banda. De todos modos, es ésta una película que puede desilusionar a muchos fans de la banda estadounidense, en primer lugar por su falta de hilo narrativo, esto no es una relación de anécdotas más o menos ilustrativas de los tópicos del rock, que es el patrón que siguen el 90% por ciento de las películas sobre bandas que he visto (algunas de ellas muy buenas, ojo, no quiero decir que la opción de Jem Cohen sea la única valida), porque lo que el director pretende es precisamente esquivar todos esos lugares comunes, mediante sus estrategias habituales de fragmentación y así, por ejemplo, de la mayoría de las actuaciones solo vemos un pequeño fragmento mientras que otras, las rodadas en super 8 están montadas con música grabada en estudio que no coincide con las imágenes. Además, los momentos álgidos de las actuaciones en directo se alternan con los puntos muertos de la banda aburriéndose en hoteles, comprando comida en el supermercado, echando gasolina, tomando café en casa de los abuelos de Ian, etc. Aquí se evita en lo posible la mitificación de una banda, y se les muestra como un grupo de gente con una vida sorprendentemente tranquila. Esto también tiene que ver con el posicionamiento político de la banda y del propio director, todo eso sobre la independencia de Dischord y la decisión de Fugazi de evitar entrar en el mainstream, en lo que no voy a entrar en detalle ahora porque ya irán pasando por aquí los discos de Fugazi.

Este lado político es quizás el único punto de vista reconocible de una película que evita dirigir al espectador a una interpretación determinada de la banda, y un ejemplo de esto son todos los primeros planos del público que asiste a los conciertos de Fugazi a lo largo de los años, en los que se puede ver cómo este va evolucionando desde un público más cercano a todo lo que significa Fugazi en sus comienzos hasta el variopinto público de finales de los 90. ¿En cuantas películas sobre bandas musicales han visto que el director dedica unos momentos a poner la cámara delante de los fans, no para que estos digan chorradas sino para decir: “este es el público de Fugazi, Fugazi también es esto, y mira cómo van vestidos, lo distintos que son entre sí, no son un público, una masa indiferenciada compradora de discos y tickets”.En ocasiones, Jem Cohen hace preguntas al público, pero en el montaje no ha impuesto la visión de una parte del mismo sobre la de otros, eres tú como espectador quien tiene que posicionarse y decir, estoy de acuerdo con lo que dicen estos, estos otros están un poco despistados. Por eso, simplemente hablaré aquí de un comentario: cuando Cohen pregunta a un chico qué significa la palabra punk, éste le dice algo así como: "Salir y que nada te importe,una mierda y pasarlo bien", una respuesta que me resultó bastante sorprendente porque da en el clavo de la interpretación del punk que se ha impuesto desde el mainstream para eliminar cualquier atisbo político de una música / actitud que, desde sus orígenes, tuvo una base teórica y política muy definida (recomiendo en este aspecto leer el England’s Dreaming de Jon Savage).

Otro ejemplo parecido es el de la entrevista a la banda en una televisión de un colegio: -te imaginas entrevistar a Fugazi en el Bachillerato!-, otra banda habría aprovechado para reírse de la nerviosa chica que les hace la entrevista, pero aquí Cohen le da mucha dignidad a esta parte seleccionando las preguntas (y sobre todo las respuestas: sobre el significado de América y de las palabras en general, por ejemplo) más interesantes, hasta el punto de que los fragmentos de esta entrevista puntúan la primera parte de la película. Este es otro ejemplo de lo bien que maneja el montaje Jem Cohen para crear significados, ya que prácticamente cada plano tiene una motivación –en sí mismo o en conjunto-, narrativa, poética, política, etc.

Pero lo mejor de Instrument –al igual que lo mejor de Chain, el otro largometraje de Jem Cohen es que esta no es una película que se agota viéndola una sola vez. Además, para los fans del director la satisfacción está asegurada porque aquí también hay esas imágenes con las que se le asocian, de aeropuertos, letreros luminosos, que pueden estar en cualquier parte de America y que le convierten en un continuador de la tradición de Edward Hopper.

Y,para los seguidores de Fugazi, ahí va uno de los momentos más incendiarios de la película, “Shut the Door” en directo: